El volcán sufrió una serie de diez erupciones entre junio de 1783 y febrero de 1784, las cuales produjeron cambios notables en la circulación de las corrientes de aire en el Hemisferio Norte. Se cree que las sustancias tóxicas expulsadas a la atmósfera pudieron causar un gran incremento de la mortalidad en Inglaterra, que se produjo en la misma época.
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