Por: Daniel Saborío
El amor se ha convertido en un sentimiento de bisutería, hoy
en día es tan fácil pronunciar un Te amo que pareciera que recibimos regalías
por ello.
Una chica conoce a un chico, este le dice dos o tres
palabras amables y comienza una historia melosa entre dos apologéticos
románticos que dan su vida por ambos, al menos hasta la siguiente semana,
después de una espectacular eyaculación precoz o en su defecto hasta conocerse
en persona.
Si hay suerte:
Se dan cuenta que están cometiendo el error más absurdo de
su vida, se separan y comienza de nuevo la historia, uno de los dos queda tan
herido que se pasa todo el día llorando y escribiendo trágicos y ridículos
discursos en sus redes sociales, de pronto alguien llega le da dos o tres
palabras amables y la función vuelve a comenzar.
Si no hay suerte:
Formalizan una relación destructiva que va minando cada día
su optimismo y su felicidad.
El ciclo de relaciones efímeras es válido únicamente cuando
se tiene la evolución mental adecuada para aceptarlas como tal, por ejemplo vas
al cine sabiendo perfectamente que en 2 o 3 horas la película terminará, te
enfocas en vivir esos momentos al máximo y cuando termina te vas, no esperas
que la película dure toda la vida ni juras que es la mejor que has visto y
mucho menos que nunca podrás ver otra igual.
Cada vez hay más tontos enamorados que son como aquel ratón
apasionado que cree que el gato le acaricia amorosamente cuando en realidad le
está rasgando la piel.
Estaba un día cenando con Cupido, el pobre diablo acababa de
sufrir otra racha de depresión debido a que más de medio mundo lo repudiaba. Me
contó que se había retirado de las labores del amor, ahora su principal ingreso
es la venta de autos usados en la frontera con Guatemala y uno que otro negocio
riesgoso.
-No entiendo a las parejas de ahora antes necesitaba usar
dos o tres flechas para que surtiera efecto el maldito hechizo amoroso y ahora
basta un simple bip bip de sus teléfonos para caer profundamente enamorados de
alguien a quien ni siquiera conocen.
¿Qué diablos les sucede?
No pueden seguir culpándome a mí, ni siquiera estoy en el
negocio, hombre, me joden por correo electrónico, en la calle, en mi casa,
hasta incluso por telepatía. ¡Es un jodido bullying! No entienden que ya estoy retirado de eso, ni
siquiera uso el pañal ni las alas ¿Ves que tenga alas?
¿Qué quieren de mí?
Traté de controlarlo, el tipo se veía bastante afectado y no
es para menos, qué culpa tiene él de la mentalidad infantil con la que nos
educan nuestros padres y la sociedad, príncipes azules, princesas atrapadas en
una lejana atalaya vigilada por un dragón mal humorado y con problemas de
impuestos.
Siempre debe haber un comodín al cual culpar por nuestros
problemas, sino es Cupido, es el amigo del amigo que nos presentó a aquella
chica que tanto daño nos propinó, culpamos a nuestros padres por habernos
parido o cuando nada de eso es suficiente culpamos a Dios por crear un mundo
lleno de despiadados.
Al amor se le debería dar todo el respeto que se merece,
crearlo, cuidarlo, pulirlo y mantenerlo siempre vigente. Aprender a diferenciar
entre las mariposas en el estómago que te indican un amor puro y los revoloteos
lujuriosos de la pasión.
Si los sapos dejaran de vestirse como príncipes y las
princesas se aflojaran un poco los corsés, si hubiera más sinceridad al momento
de comenzar una relación estas durarían más y serían más del tipo comedia
romántica y menos thriller de horror pasional.
La vida es más sencilla de lo que parece pero por alguna
razón siempre la estamos complicando con actitudes absurdas que obstruyen el
flujo de la evolución, son como un colesterol social que tapan las arterías y
hacen que todo comience a joderse.
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