Fotografía ©Daniel Saborío |
Por Daniel Saborío
El loco es un
peregrino místico que un día decide conocer el universo. Entendió que para
lograr su cometido tenía que comenzar conociéndose a si mismo. Recordó
aquella frae que había escuchado alguna vez:
‘Conócete a ti mismo y conocerás al universo´
Se vistió de bufón, para pasar desapercibido ante aquellos monstruos intelectuales que congelan al mundo con su aliento frígido. Aquellos que reemplazan las caricias por títulos universitarios y se arropan con el pendón de la filosofía pesimista y burocrática.
¡Se transformó en el sabio tonto!
Materializó
sus egos en un animal sagrado y lo adoptó como un compañero de viaje. Un espejo
primario en el cual ve reflejada sus acciones menos evolucionadas.
El loco viaja conociendo maestros que son él mismo en un rol espiritual distinto.
Se ve como:
El Mago, hermoso alquimista, talentoso y seductor natural.
La Papisa, frígida cósmica que se pasa estudiando los textos sagrados, escribiendo respuestas para las preguntas que aún no se formulan.
La emperatriz, una madre cariñosa y protectora que emplea su lado receptivo para convertir su cuerpo en una antena metacósmica que capta las enseñanzas del universo.
El emperador, el
padre, el lado activo, un viejo con las botas llenas de experiencia. Utiliza su
lado activo para proveer a su clan lo necesario para florecer y conquistar.
El papa, una entidad
mística sentada en el trono de la espiritualidad. Él sabe que la religión no se
encierra en torres burocráticas ni es la institución del alma, es religar el
macrocosmos con el microcosmos. El universo con con el cuerpo.
El Enamorado,
bendito brillo de sol abrumado por un cupido simplón que no sabe qué camino es
el más evolucionado.
El Carro, comandado
por un personaje andrógino que parece un enano. Lleva en sus caballos la
indomable pasión de sus egos.
La justicia, con su
balanza y su espada desnudas. Siempre leyendo las leyes para aplicar la
retroalimentación kármica con rigor y dulzura.
El peregrino, el
mismo Loco con millones de años disfrazados de arrugas en el rostro. La
sabiduría encapsulada en la avaricia del tiempo.
La Rueda de la
Fortuna, el centro de diversiones de las entidades trascendidas. Saben que
deben subir para bajar.
La fuerza, una dama
varonil que doma al león de sus pasiones.
El Colgado, un
extraño ente, que se mece con el viento colgado de un sólo pie, meditando el
ser o no ser, observando al mundo desde otra perspectiva.
La Muerte, el Loco
se enfrente ante su propia mortalidad. Entiende que la muerte es una mudanza
necesaria. Un cambio trascendental.
La Templanza, un
ángel encarnado. Una luz materializada que vierte el agua de la vida en
cántaros milenarios. Enseña lo importante de filtrar las acciones para obtener
resultados cristalinos.
El Diablo, un
demonio carismático que gusta de engañar a los débiles de corazón. Maestro de
los intelectuales y terror de los imbéciles.
La Casa Dios, una
enorme mansión donde habita el alma, el propio cuerpo, el universo mismo.
La estrella, una
entidad cósmica materializada en una dama. Como buena doncella se enamoró al
bajar a la tierra. Goza de experimentarse a través de sus cinco sentidos.
La Luna, la
concubina de la bohemia, la creación, el arte, la dama desnuda que invita a
crear una danza poética en su vientre capaz de derretir soles.
El Sol, saluda a los
gemelos desnudos que representan la dualidad del ser humano.
El Juicio, el
momento en donde el Loco pone a prueba todas sus enseñanzas. Al llegar con este
maestro, ya es un iniciado milenario. Trascendió, perdió el cuerpo es energía
pura que vibra a la par de corazón de Dios. Conoce los misterios del karma.
El Mundo el Loco se
vuelve sabiduría y regresa al útero del universo. Descubre que lo más bello de
la vida es la sabiduría.
Benditos sean los
que en su camino se encuentren a este personaje y le den de beber. Benditos
sean los que siguen sus pasos.
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