Böcklin fue un pintor suizo
con un talento increíble para captar los miedos, las creencias, las fantasías,
los sueños y las historias de las personas y de sus Dioses.
Por: Beatriz Castañeda / Círculo Colectivo
"La isla de los muertos" (1886) es una de las obras más destacadas de Böcklin. |
Nacido en Basilea, Suiza,
el 16 de octubre de 1827, viajó a lo largo de Europa durante su vida y se
instaló definitivamente en Italia en sus últimos años, concretamente en la
Villa Bellagio, en San Domenico di Fiesole, donde murió el 16 de enero de 1901 a la edad de 74 años.
Sus obras tuvieron tanta trascendencia
que inspiraron a grandes pintores como Salvador Dalí o Giorgio de Chirico; a
poetas como Rubén Darío, y a músicos como Sergéi Rachmaninov, el cual compuso
basado en la serie de cinco cuadros homónimos, el poema sinfónico Op. 29 “La
Isla de los muertos”, en el cual narra todo el viaje que recorre un alma al
llegar al inframundo y navegar al lado de Caronte, quien lo conduce a su
destino final: La isla de los muertos, entre la niebla y la marea a cambio de
unas monedas (de ahí la tradición de colocar dos monedas en los ojos del
difunto).
Un dato curioso sobre esta
obra es que Adolfo Hitler tenía una copia de la misma colgada en una de sus
oficinas, ya que era gran admirador del pintor. Este consideraba que Böcklin
junto con Wagner y Nietzsche simbolizaban “la esencia alemana”.
Es considerado como un
pintor de la corriente simbolista, pero a su vez mantiene un toque de realismo.
Un halo de misterio, oscuridad y sombras está presente en la mayor parte de sus
obras.
Comenzó como paisajista, produjo
una serie de obras basadas en la mitología, exploró el romanticismo, logró
captar el realismo e incursionó en el surrealismo a lo largo de sus
producciones.
Tuvo once hijos, de los
cuales cinco fallecieron. La familia fue azotada por la peste en algún momento,
y posteriormente él lo plasmó en su obra titulada “La peste”, de 1988, en el
cual representa a la muerte vestida con una capucha negra montada en un dragón,
recorriendo un sombrío paisaje de cadáveres.
Uno de sus cuadros más
conocidos, sin contar ‘La isla de los muertos’, es el titulado “Autorretrato con
la muerte tocando el violín”, de 1872, donde se puede apreciar al pintor
después de poner algo de color a su pincel, cuando de pronto escucha el leve
sonido producido por un violín de una cuerda a sus espaldas, pero él continúa
sereno contemplando su obra (que se supone está frente a él pero no la vemos),
mientras escucha la siniestra melodía.
Con esta pieza, según se
dice, volvió a influir en la obra musical de otro compositor llamado Gustav
Mahler, específicamente en el segundo movimiento de su cuarta sinfonía, donde
el violín principal está más afinado de lo normal.
La gran mayoría de las
obras de Böcklin se conservan hasta la fecha repartidas en diferentes museos
alrededor del mundo, donde aún se puede apreciar la grandeza de este oscuro
pintor.
Una de las obras más impactantes de Böcklin es "Autorretrato con la muerte tocando el violín" (1872). |