jueves, 7 de agosto de 2014

Rosario, lámpara que iluminas al universo



Un día como hoy, 7 de agosto, hace 40 años y a miles de kilómetros de aquí, en Tel Aviv, Israel, se nos moría nuestra querida poeta Rosario Castellanos.

Con sus letras, deja testimonio para futuras generaciones del sentir de la sociedad en la época que le tocó vivir, describe con precisión el ambiente social y religioso que imperaba en esos años.
Su vida estuvo marcada por la discriminación y el desamor, temas que predominan en su obra poética.

Su muerte no pudo ser distinta: recibió una descarga eléctrica de una lámpara de su hogar, destello que aun hoy la mantiene brillando en el cielo de los grandes.
Asimismo, este tema ha sido objeto de diversos rumores, entre los que corría el de 'suicidio', aunque en el dictamen oficial se aseguró que fue un accidente.
Años más tarde, el ex diplomático Diego Iparraguirre, quien se desempeñó como vicecónsul junto a Rosario Castellanos, afirmó que el Embajador Antonio Gómez Robledo le hizo el siguiente comentario:

"Me dijo: 'Doña Rosario fue muerta por los judíos, ¿qué opina usted de eso?'. 'Es la primera noticia que tengo. Yo sabía que había muerto electrocutada', respondí. Sonrió y preguntó: '¿Usted lo cree?'. 'Lo que usted ordene', le dije.", refiere Iparraguirre.

Cierto o no, lo realmente cierto es que nuestra Rosario se ha ido, mas no su obra, sus poemas, su incansable lucha y trabajo a favor de las mujeres.
Eso siempre permanecerá, como su memoria entre nosotros.

Como testimonio mudo de la gran persona que fue, muchas personas allegadas a ella la recuerdan con cariño. Un ejemplo de ello, es el también poeta Oscar Bonifaz, quien vio la luz por primera vez en la ciudad más querida por Rosario: Comitán de Domínguez, Chiapas y mantuvo una estrecha relación de amistad con la escritora y poeta, en honor de la cual escribió el libro Una lámpara llamada Rosario, libro que ha sido aclamado por la crítica y traducido ya a varios idiomas, entre ellos el inglés y el francés, además está avalado por la Scripta Humanística.
Realmente vale la pena leerlo, para que Rosario nunca muera.

¡Brilla, Rosario!

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