Para una tarde lluviosa, solos o acompañados, para meditar o inspirarse, ¿qué mejor que una humeante y aromática taza de café?
El
café soluble representa actualmente un tercio del consumo total de este grano
en todo el mundo. Sabido es que no puede igualar ni en sabor ni en aroma a un
café fresco recién hecho, pero su fácil preparación lo hace un producto muy
atractivo.
El primer café soluble fue
inventado en el año 1901 por un químico japonés-americano afincado en Chicago,
llamado Satori Kato. Su comercialización, sin embargo, no llegó hasta unos
años después y no estuvo a cargo de este, sino de otro químico británico que
vivía en Guatemala, llamado George Constant Washington. El descubrimiento lo
hizo cuando estaba en su jardín esperando a su esposa para tomar café. La
espera se hizo un poco larga y George se percató de que en el pico de la
cafetera de plata en la que había preparado el café, se había formado un polvo
muy fino, debido posiblemente a la condensación. Este hecho despertó su
curiosidad, y después de investigar durante algún tiempo, por fin en 1906 logró
hacer la primera producción de café soluble, poniendo el invento a la venta en
1909.
Desde entonces, poco a poco, casi
todos los fabricantes han iniciado procesos de producción propios de café
soluble, de modo que actualmente es posible encontrar en el mercado distintas
marcas y variedades, en respuesta a las preferencias de los consumidores. Paralelo
a esta diversidad en la producción de café soluble, los fabricantes no han
dejado de investigar y aplicar cuantos avances les ha ofrecido la moderna
tecnología para mejorar el producto final y para que este conserve, hasta el
momento de su consumo, los más penetrantes y sutiles aromas de los granos utilizados
para su preparación.
Este es el proceso que se lleva a
cabo para la elaboración del café soluble:
-El tueste: los granos de café secos pasan a una máquina llamada tambor, en la cual
circula aire caliente; tiene unas aspas especiales para mover los granos de
café. Según el tiempo de tueste de los granos, será el sabor final del café
soluble.
-La molienda: es el proceso en el que los granos, ya tostados, pasan a un gran molino
para ser convertidos en polvo.
-La extracción: la extracción es el proceso
que más influye en la calidad del producto. Esta preparación se hace dentro de
una cafetera enorme (batería de cilindros verticales) en la que se pone el café
una vez molido y se hace circular agua caliente a baja presión. Después, la mezcla de café con agua pasa a los
evaporadores; en este proceso se elimina la mayor cantidad de agua posible para
que los aromas y el sabor de esta mezcla queden muy concentrados.
-El secado: este paso se hace en una
torre de deshidratación, dentro la cual la mezcla de café ya concentrada cae en
forma de lluvia, y debido al aire caliente circulando dentro de esta torre, el
café se convierte de nuevo en polvo. Después de cierto tiempo de enfriado,
estas partículas ya están aptas para el envasado o bien para la aglomeración.
-El
aglomerado: proceso
en el que las partículas de polvo del café se unen formando como un grano
reventado.
-El envasado: el producto
final se envasa habitualmente en envases de vidrio cerrados herméticamente al
vacío, proceso utilizado para eliminar el oxígeno en los envases y evitar el
crecimiento de bacterias.
Todo el proceso de elaboración del
café soluble se realiza con los más estrictos estándares de calidad, vigilando
al máximo que el producto conserve su aroma y su sabor hasta el momento de su
consumo. De igual forma, se realizan pruebas de laboratorio para corroborar que
en todo el proceso de producción no hubo ningún tipo de contaminación en el
café soluble, cuidando así la salud del consumidor.